Los indígenas dan su aporte a la economía conservando los bosques

El aporte indígena a la economía es conservar los bosques Un artículo que sugiere que los pueblos indígenas no aportan a la economía creó polémica “ad portas” de la llegada de la minga a Bogotá. Si bien su impacto no puede ser medido en hectáreas cosechadas o cabezas de ganado, son una defensa efectiva contra

El aporte indígena a la economía es conservar los bosques

Un artículo que sugiere que los pueblos indígenas no aportan a la economía creó polémica “ad portas” de la llegada de la minga a Bogotá. Si bien su impacto no puede ser medido en hectáreas cosechadas o cabezas de ganado, son una defensa efectiva contra la deforestación y el cambio climático.

El 58,5 % de Colombia es bosque y, según el DANE, el 48,3 % de esos bosques pertenece a los indígenas.
El 58,5 % de Colombia es bosque y, según el DANE, el 48,3 % de esos bosques pertenece a los indígenas. / /Nelson Sierra G.

Con ocasión de la minga indígena del suroccidente, que llegaría entre hoy y mañana a Bogotá para intentar entablar un diálogo con el presidente Iván Duque, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, viralizó una nota del portal Agronegocios titulada “No hay datos sólidos que revelen cuál es el aporte de resguardos indígenas a la economía local”.

En resumen, el artículo dice que los pueblos indígenas del país tienen 767 resguardos titulados, 28,9 millones de hectáreas (el 25,3 % del territorio nacional). “Se trata de una densidad territorial que goza de exención de impuestos, y por eso es complicado saber cómo benefician al PIB; no sin reconocer algunas zonas especiales que son escenarios de promoción turística o de trabajo de cultivos agropecuarios. Pero, por ejemplo, incluso en el DANE o en el DNP son escasos los informes de la contribución como valor agregado”.

En algo tiene razón: hay una deuda por parte del Departamento Nacional de Planeación, del DANE y de las autoridades ambientales para determinar el aporte de los resguardos indígenas en términos económicos. Pero medir ese aporte en hectáreas cosechadas, cabezas de ganado o hectáreas destinadas para la agricultura deja el aporte principal de los resguardos indígenas por fuera de la ecuación: el cuidado de los bosques del país. De hecho, los indígenas tienen cerca de 26 millones de hectáreas de bosques naturales en sus resguardos, según el Ministerio de Ambiente.

“La gran paradoja de la minga política es que para revisar sus reivindicaciones primero debe haber una recuperación económica y los grupos indígenas también tienen que aportar al crecimiento económico del cual se desprenden los presupuestos, pues casi toda la tierra entregada en las últimas décadas permanece improductiva; 43 % de las 2,9 millones de hectáreas del Cauca se ha convertido en resguardos improductivos, pero siguen reclamando dinero del erario que es aportado por el resto de colombianos a través de impuestos”, dijo el diario La República en un editorial.

“Yo creo que este tipo de declaraciones, que la verdad harían varios de nuestros mandatarios, surgen por pura y física ignorancia. Por eso, está en nuestras manos, las de los expertos y ambientalistas, hacer conocer más qué significan los resguardos y su rol en la protección cultural y biológica del país, que no pueden verse de forma separada”, dijo Manuel Rodríguez Becerra, exministro de Ambiente, en el octavo Encuentro por los Bosques de Colombia, el pasado fin de semana.

¿Realmente los resguardos son “improductivos”, como sugieren La República y Agronegocios? Aquí cuatro razones por las cuales es posible decir que los indígenas del país aportan a la economía nacional al cuidar los bosques:

Los indígenas son los mejores protectores del bosque

Un estudio publicado a principios de este año en la revista Frontiers in Ecology and the Environment identificó los bosques intactos del mundo y calculó cuánto estaba en tierras administradas por pueblos indígenas. El estudio, realizado por la Universidad de Maryland, demostró que el 36 % de los paisajes forestales intactos están dentro de las tierras de los pueblos indígenas, lo que hace que estas áreas sean cruciales para los esfuerzos destinados a evitar los efectos del cambio climático. (Lea: La fórmula para frenar la deforestación que los gobiernos siguen ignorando)

En Colombia, el 58,5 % de Colombia es bosque y, según el DANE, el 48,3 % de esos bosques pertenece a los indígenas. De hecho, en noviembre del año pasado, la Red Amazónica de Información Socioambiental (RAISG) analizó los cambios en las coberturas de suelo en la Amazonia durante los últimos 18 años. El estudio, realizado con las imágenes del satélite Landsat de la NASA y procesados en la nube pixel a pixel con la tecnología de Google Earth Engine, demostró de nuevo que la pérdida de la cobertura de bosque en los resguardos indígenas es mucho menor que en áreas protegidas.

El 52 % de los bosques de toda la cuenca del Amazonas está en territorios indígenas, pero solo el 17 % de la deforestación tuvo lugar allí. En cambio, el 83 % de la tala ilegal ocurrió en tierras privadas o en baldíos. Mejor dicho, los territorios indígenas son una defensa efectiva contra la deforestacióny el cambio climático: el 12 % del carbono almacenado está en territorio indígena del Amazonas. Según el estudio, estas áreas protegidas contienen casi 80 gigatoneladas de emisiones de carbono.

En 18 años, los 207 territorios indígenas de la Amazonia redujeron sus bosques en 31.0000 hectáreas, lo que corresponde solo al 0,06 %,versus el 2 % de pérdida de bosque en toda la Amazonia colombiana en áreas protegidas. Esta cifra demuestra que son la mejor estrategia para proteger nuestros bosques.Cabe aclarar que eso no exime a los resguardos de tener deforestación: el resguardo Nukak Makú (Guaviare) había perdido 8.175 hectáreas en 2019; el Predio Putumayo, 8.007; Yaguará II, 1.629.

Conservar los bosques cuesta, pero a la larga paga más

Un estudio publicado en junio de este año, realizado por más de 100 investigadores de todo el mundo, analizó los impactos de áreas protegidas en múltiples sectores económicos, incluyendo la agricultura, la pesca y la silvicultura, además de la conservación de la naturaleza, y reveló que cuidar el 30 % de la biodiversidad del mundo costaría US$14.000 millones en diez años, pero esta inversión conduciría a un aumento de US$250.000 millones de media en aumento de la producción económica anual y de US$350.000 millones de media en servicios ecosistémicos mejorados anualmente.

En 2015 y con ocasión del Plan Nacional de Desarrollo del segundo gobierno de Santos, el DANE y Minambiente publicaron una metodología para hacer el conteo de cuánto aportan los bosques si tenemos en cuenta que Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo, pero que tiene dificultades para conservar y usar responsablemente su patrimonio natural. (Le sugerimos: Pueblos indígenas son claves para proteger el 50% del territorio mundial)

Aunque el estudio se centró más en cuantificar las reservas de bosque, entregan este dato interesante: “El país perdió entre 1990 y 2010 una superficie total aproximada de 6′206.000 hectáreas de bosque natural; es decir el 5,4 % de la superficie del país. Superficie cuyo valor, a precios de 2011 y con un cambio de $2.000 por dólar, es mayor a US$174.543 millones”, dice el informe. Entre otras, el aporte de los bosques en el PIB está calculado en términos de explotación forestal, pero no de conservación. Es decir que la explotación de bosques no incluye por ejemplo la deforestación por ganadería o para cultivos ilícitos, pero según el DANE el uso de productos forestales (desde leña hasta caucho o madera) aportó el 0,6 % del PIB para 2017.

Los resguardos no pagan impuestos, pero le ahorran al Gobierno en conservación

Un informe de Naciones Unidas de 2018 analizó los datos de todos los países con bosques tropicales y concluyó que las áreas manejadas por indígenas y comunidades locales tienen una tasa de deforestación 50 % menor a cualquier otro tipo de área, como parques nacionales o reservas de la sociedad civil. “Ellos están cumpliendo al menos las mismas metas de conservación con una fracción del presupuesto mundial para áreas protegidas, lo que en últimas significa que invertir en estas comunidades es la forma más eficiente de invertir en la protección de los bosques”, escribió Victoria Tauli-Corpuz, relatora especial de la ONU para los derechos indígenas.

Las investigadoras a cargo del estudio descubrieron que la mayor parte del dinero para conservar bosques se queda flotando sobre las áreas protegidas. Por ejemplo, tras estudiar adónde fueron a parar los US$1.070 millones que llegaron desde 43 entidades para proteger la Amazonia entre 2013 y 2015, se dieron cuenta de que solo el 11 % fue invertido en comunidades indígenas y apenas el 6 % en promover iniciativas para mejorar la vida de los pobladores locales.

También cabe recordar que los impuestos que no cobran los resguardos los reciben los municipios. Desde 1995, se estableció que cada año, la nación girará a los municipios en los que existan resguardos indígenas los valores que estos dejen de recaudar por impuesto predial unificado, según los cálculos del tesorero municipal.

Cuidar los bosques reduce la pobreza rural

El informe “’Bosques, árboles y la erradicación de la pobreza: Potencial y limitaciones”, que publicó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la semana pasada, evaluó la situación económico de los bosques a nivel global y reveló que una de las mejores estrategias para acabar con la pobreza rural es cuidar los bosques. De acuerdo con la FAO, “los bosques y árboles son críticos para el bienestar de muchas de las personas que viven en situación de pobreza en el mundo, quienes han sido capaces de aprovechar los bienes y servicios que los bosques y árboles proveen para manejar y mitigar riesgos, en particular a la hora de afrontar crisis. Para asegurar y mejorar esta función tan importante, debemos proteger adecuadamente, manejar y restaurar los bosques, y llevar los bosques y árboles a una posición central en la toma de decisiones políticas”.

El estudio analizó los beneficios del manejo forestal para las comunidades que vivían cerca o dentro de los bosques, y descubrió que las personas en situación de pobreza no tienen capacidad de aprovechar los beneficios de los bosques porque están repartidos de forma irregular. Por ejemplo, si hay incentivos forestales o titulación de tierras, quienes los reciben son los hombres, dejando por fuera el papel de las mujeres en la conservación o uso sostenible del bosque. Sin embargo, el ecoturismo, los pagos por servicios ambientales o los sistemas agroforestales cooperativos son positivos para las comunidades. Por: Helena Calle, el Pais

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