El Decreto de preservación de las aguas de Simón Bolívar el Libertador

El Decreto de preservación de las aguas de Simón Bolívar el Libertador

Decreto de preservación de las aguas, del Libertador Simón Bolívar en Chuquisaca, el 19 de diciembre de 1825 Con criterio singularmente moderno, Bolívar dicta en Chuquisaca, el 19 de diciembre de 1825, un decreto que prevé la preservación de las aguas, su uso racional, y la conservación de los bosques, así como la reforestación SIMÓN

Decreto de preservación de las aguas, del Libertador Simón Bolívar en Chuquisaca, el 19 de diciembre de 1825

Con criterio singularmente moderno, Bolívar dicta en Chuquisaca, el 19 de diciembre de 1825, un decreto que prevé la preservación de las aguas, su uso racional, y la conservación de los bosques, así como la reforestación SIMÓN BOLÍVAR, El Libertador

Considerando:

1º Que una gran parte del territorio de la República carece de aguas y por consiguiente de vegetales útiles para el uso común de la vida.

2º Que la esterilidad del suelo se opone al aumento de la población, y priva entre tanto a la generación presente de muchas comodidades.

3º Que por falta de combustible no pueden hacerse o se hacen inexactamente o con imperfección la extracción de metales y la confección de muchos productos minerales que por ahora hacen casi la sola riqueza del suelo. Oída la diputación permanente,

Decreto:

1º Que se visiten las vertientes de los ríos, se observe el curso de ellos y se determinen los lugares por donde puedan conducirse aguas a los terrenos que estén privados de ellas.

2º Que en todos los puntos en que el terreno prometa hacer prosperar una especie de planta mayor cualquiera, se emprenda una plantación reglada a costa del Estado, hasta el número de un millón de árboles, prefiriendo los lugares donde haya más necesidad de ellos.

3º Que el Director general de agricultura proponga al gobierno las ordenanzas que juzgue convenientes a la creación, prosperidad y destinos de los bosques en el territorio de la República.

4º El Secretario general interino queda encargado de la ejecución de este decreto. Imprímase, publíquese y circúlese. Dado en el Palacio de Gobierno en Chuquisaca a 19 de diciembre de 1825. SIMÓN BOLÍVAR

Conviene dejar dicho que el principio conservacionista del Libertador fue el de dominar la naturaleza para no destruirla. Como es imaginable, el conocimiento que tuvo del terreno, fue producto de sus infatigables marchas militares, que le permitieron observar de manera directa la naturaleza circundante, lo que además le posibilitó conocer cabalmente el orden de problemas que vivía la República Independiente, en términos de la preservación de sus recursos.

Una meditación histórica sobre los decretos conservacionistas del Libertador pone en evidencia que las condiciones ambientales son procesos naturales que permiten asegurar nuestro porvenir. Bolívar comprendió que el desequilibrio ambiental afectaba en forma negativa a los componentes del medio. Como político, siempre tuvo claro que el fin primordial de sus decretos era mejorar las relaciones del hombre con el ambiente que lo rodea, tomando minuciosamente todo tipo de providencias referentes al comportamiento del hombre en su ambiente natural, de manera que todos los recursos, especialmente los no renovables, fueran utilizados con fines productivos, ya que éstos tienden a desaparecer. Para ello, expresaba el Libertador, deben reordenarse los departamentos de acuerdo a sus necesidades y recursos disponibles y aplicarse medidas severas a quienes no acaten la responsabilidad de conservar aquello que la naturaleza nos obsequió, para que apreciemos todo lo que nos brinda en nuestro progreso material y espiritual.

No es desestimable este legado del Libertador, si tomamos en cuenta que con la evolución del país, con el impulso democrático y el advenimiento de la conciencia nacional, se han planteado a Venezuela situaciones realmente graves en lo corresponde a la destrucción de la naturaleza y, en las décadas recientes, con respecto a la contaminación ambiental, especialmente visible en las grandes urbes. Nos sentimos inclinados a terminar estas exploraciones sobre

El pensamiento conservacionista del Libertador con las palabras vibrantes del maestro Francisco Tamayo: No escapa al conocimiento del Libertador el alcance de los recursos de la naturaleza como condición indispensable para la supervivencia de los seres, y de éstos entre sí… Sin embargo, a la preservación de esos recursos se oponían la avaricia, el acaparamiento y el egoísmo más brutal. Así fue entonces en aquellos lejanos tiempos y aÚn conserva actualidad. De ahí que la palabra de Bolívar… tiene exacta vigencia en nuestros días. Como en tantas otras esferas, la voz de Bolívar tiene acento perenne y sentido universal

Alfredo Borges
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