Siéntate que te cuento un cuento desde mi experiencia en una cuenca… Esta es una historia totalmente verdadera. En un pueblo había un grupo de personas, todas muy trabajadoras y honradas. Muchos llegaron a querer ayudar, más ellos no entendían porque había tanto interés en ellos, algunos ya no están, volaron como el viento y
Siéntate que te cuento un cuento desde mi experiencia en una cuenca…
Esta es una historia totalmente verdadera. En un pueblo había un grupo
de personas, todas muy trabajadoras y honradas. Muchos llegaron a
querer ayudar, más ellos no entendían porque había tanto interés en
ellos, algunos ya no están, volaron como el viento y otros aún persisten
y les acompañan en su sueño. Sin embargo, gente de tan noble corazón
abrió las puertas de la comunidad a la conservación de su agüita;
bendito liquido apreciado y necesario por todas las familias, a las que
por supuesto ellos representaban.
Paso el tiempo, para ser más
precisa, 11 años, y entre decepciones, caídas, despedidas y
desaciertos, pero también compañía, conocimiento, alegría, trabajo y
entusiasmo, lograron ser los mejores para cuidar el agüita del pueblo.
Un día fueron a visitar a otros amigos del agua que vivían en otro
pueblo, allá por Oreamuno y Alvarado, donde el Paéz y el Birris se
unieron hace 7 años. Esos poblados también cuidan del agua, y vieron
como por medio de ellos y de otras instituciones, como la oficina de
Cartago, del ACC, lograron entre todos y todas, unidos por el preciado
líquido, sembrar y cosechar el agua que baja del cielo.
Por
supuesto, ese día fue muy importante para ellos, porque no solamente
aprendieron a sembrar y cosechar el agua del cielo, sino que también
sintieron los valores que cada una de estas personas aportaba a tan
interesante proyecto de vida. Si, realmente es un proyecto de vida,
para vivir mejor, como una gran familia; porque de esta forma se hacen
cada vez más fuertes y resilientes ante los efectos del cambio
climático. Además, sembrar amor y cosechar agua de lluvia es muy fácil,
solo se requiere voluntad y la ayudita para la compra de un tanque; y
claro está, entre todos los motivados instalar la cosecha del agua de
lluvia, con el abono de la cooperación. Una vez, recuerdo que llovió
muchísimo, pero a pesar de tanta lluvia, los pueblos se quedaron sin su
agua potable. Ese día el grupo decidió vaciar el tanque y llenarlo con
agua potable, proveyendo de agüita para tomar, a la comunidad. En
este pueblo todos y todas contribuyen a sembrar y cosechar el agua del
cielo; las familias, las organizaciones, los adultos mayores, los
niños, las instituciones, todos y todas, contribuyendo con su propio
bienestar y fortaleza para los cambios venideros.
Cuando llegaron a
su pueblo, después de tanto compartir con el pueblo vecino, el grupo
del Toledo, por poner un nombre que engalane tanta experiencia; resulta
que se pusieron de acuerdo y entre todos construyeron la cosecha de
agua de lluvia para el río Purires, por una cultura de conservación del
agua, donde todos contamos en una cuenca. Había muchas posibilidades,
pues era el momento para lograr lo que se habían propuesto, es así, como
se logró convencer a una noble institución para el financiamiento de
tan importante emprendimiento. ¿Adivinen, adivinen cual institución es?
El canon de agua fue la propuesta y empezamos a trabajar en el proyecto
desde sus primeras etapas de nacimiento de vida. Darle vida a un
proyecto, significa poner el alma a trabajar, con buen entusiasmo,
organización y deseo desde el corazón para el cuido del preciado
líquido. Los esfuerzos fueron bastante positivos a pesar de que los
tanques nunca llegaron a tiempo para su instalación, más la fuerza de
voluntad de estas personas supero los obstáculos. Visitaron las ASADAS,
a los estudiantes y docentes de escuelas, también contaron la historia a
los adultos mayores, a sus familias y en fin a los barrios del Pueblo.
Su voz alcanzo las fuertes pendientes de Santa Clara, bajando por el
Purires hasta llegar a Tobosi, tablón, Tejar y quebradilla. Las
personas les gustó mucho la historia de la siembra y cosecha de agua de
lluvia y al final, todos juntos pensaron que era buena la idea. Porque
esta idea nació de los pueblos que aprecian el agua, de aquellas
personas que luchan tenazmente por cuidar y proteger el preciado
líquido.
Al final del año se logró llevar el mensaje con talleres
creativos, cuentos y música; en esos talleres participaron todas las
personas de los pueblos, porque lo más importante es la participación
organizada y comprometida. Más o menos como 460 personas recibieron el
mensaje de la importancia y los usos del agua, el ciclo del agua, el
cambio climático y el agua, y por supuesto la siembra y cosecha de agua
del cielo. Esta última, consiste en proveer a la gente de agua de
lluvia para limpiar los pisos y vidrios, lavar los carros, regar los
jardines, dar de beber aguita a los animales de granja, lavar las
verduras para luego llevarlas al mercado, en fin todos los usos que se
quieran, excepto tomar el agua del cielo, porque para eso está el agüita
potable que nos llega todos los días al hogar.
La cosecha de agua
de lluvia permite que nos volvamos fuertes ante los efectos del cambio
climático, pero también creativos y solidarios. Además ayuda a
disminuir la demanda del agua desde la fuente, como manantiales, ríos,
quebradas, lagos y lagunas, porque permite ahorrar y usar menos el agua
potable. Contribuye a disminuir la escorrentía, un proceso importante
en el ciclo del agua, pero que lamentablemente causa mucho daño debido a
inundaciones y deslizamientos, por los fuertes chaparrones y aguaceros
que bajan de la montaña.
Para no cansarles con el cuento, al
final, con la colaboración de la noble institución, se logró imprimir
475 guías educativas para continuar dando el mensaje de la siembra y
cosecha del agua que baja del cielo, para el beneficio de todas las
personas de los pueblos. Pero esta historia aún no acaba aquí, el grupo
del Toledo, allá donde nace el purires entre Santa Clara, tobosi,
tablón y Quebradilla, seguirán buscando colaboración a cambio de un buen
mensaje que expanda el cambio y la buena acción.
Para cerrar
quería contarles que además hicimos un taller donde las tejedoras de la
cuenca contaron sus historias con el agua, intercambios de experiencias
entre leyendas de Guayabo, un proyecto de saberes populares de las
tejedoras con plantas medicinales, restaurar los grupos organizados y
un encuentro hasta internacional fíjense donde hay una hermandad con la
universidad de México para intercambios de experiencias inter-culturales
– ambientales.
Me salgo de esta cuenca y cuento en otra cuenca la
historia sin fin del cuidado y la importancia del agua en una cuenca,
donde todos y todas contamos en esta cuenca…
Tan tan9
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