Un gran amigo desde hace 30 kilos, el doctor Mario Paolillo, me pide que relate mi experiencia directa en el programa de donde quedó en la memoria de muchosaquello de «¿Cuánto tiene el pote?», que realmente era: «Cecilia… ¿Cuánto tiene el pote?». La expresión pasó a la posteridad desde uno de los programas dela primera
Un gran amigo desde hace 30 kilos, el doctor Mario Paolillo, me pide que relate mi experiencia directa en el programa de donde quedó en la memoria de muchos
aquello de «¿Cuánto tiene el pote?», que realmente era: «Cecilia… ¿Cuánto tiene el pote?». La expresión pasó a la posteridad desde uno de los programas de
la primera década de la televisión venezolana: «Monte sus cauchos Good Year», inolvidablemente presentado por el profesor Néstor Luis Negrón, apoyado por
Cecilia Martínez.
Era un programa, obviamente patrocinado por los cauchos Good Year, donde el profesor Negrón formulaba a los concursantes 5 preguntas que contenía un sobre
que «elegía» cada concursante, al iniciar su participación, de una cajita con varios otros sobres de preguntas. Cada pregunta tenía que responderse en un máximo de
un minuto, medido por un reloj de arena que estaba en el escritorio del profesor. Por cada pregunta respondida correctamente el interrogado ganaba 500 bolívares
(que en aquella época era «un montón de real») y Negrón aprobaba diciendo: «Coorrecto… ¡Monte su caucho Good Year» y entonces Cecilia acercaba al
concursante un automóvil rojo (el color no se veía en la TV porque recuerden que eran en blanco y negro), a escala como del tamaño de una gavera llena de
cervezas y le daba un caucho para que se lo pusiera al carro. Si el concursante lograba contestar la quinta pregunta el caucho que debía poner era el de repuesto
y entonces ganaba el derecho a ir a un programa especial, a la semana siguiente,donde le formulaban una sola pregunta que, si la contestaba, ganaba como
premio todo el dinero que tenía acumulado «el pote».
Pero ¿qué era «el pote»? Cuando un concursante no contestaba una pregunta (o la contestaba incorrectamente) los 500 bolívares correspondientes pasaban a engrosar lo que llamaban «el pote», para ir formando el premio a ofrecerse a quienes contestaran la citada pregunta del programa especial; Negrón muy elegantemente, decía «lo siento» o «lo siento esa no es la respuesta correcta» y de inmediato pasaba a decir, en voz alta: «Cecilia… ¿Cuánto tiene el pote?» A lo que ella replicaba con dulce voz «El pote tiene…. (la cantidad) bolívares», cifra que incluía los Bs 500 que se acababan de sumar. Negrón era un personaje que tenía fama de erudito, como los profesores Calcaño,
Vanegas y otros de la época; fue profesor de algunos de los liceos y colegios de mejor reputación. Era sobrio, elegante y afable. El programa «Monte sus cauchos
Good Year» surgió a finales de los años 50, no recuerdo si en el 58 o en el 59, pero sí recuerdo que ya era uno de mis favoritos cuando nos fuimos a vivir en España, a mediados de 1959; duró hasta principios de 1964. En ese año Negrón
Se mudó a CVTV canal 8, inaugurado el 1º de agosto de 1964, donde condujo 2 programas culturales de concurso, a los cuales también me invitó a participar:
«Gane con Venezuela» y «¿Quién es más inteligente entre el hombre y la mujer?» Otra cosa interesante del profesor Negrón es que, cuando el concursante decía su
nombre, hacía alarde de su conocimiento de los apellidos, muchas veces sorprendiendo al participante por saber o deducir información personal con base
en ello. Por ejemplo decía: “¿Narváez? Ah como el insigne artista Francisco Narváez… los Narváez vienen de Margarita y uno de ellos acompañó a Francisco
Fajardo en la fundación de Caraballeda… aunque conozco a un gran jugador de dominó que es caraqueñísimo, Don Luis Narváez ¿será usted familia de alguno
de ellos?…”Mi menda fue la persona más joven en participar en el programa y en montar los 5 cauchos, tenía 14 años y me invitaron porque mi papá, en una partida de
dominó con amigos, coincidió con el profesor Negrón y le habló de mi, alabándome por mi afición a leer y aprender. Es verdad que, desde que era
mucho más niño, disfrutaba mucho leer y recordar eso que hoy llaman trivia supongo que como compensación porque era “super maleta” en deportes, metras,
yoyo, perinola, yaquis, etc, como todavía recuerdan algunos compañeros delcolegio, tanto que mi papá decía que yo era «retrasado manual» (y lo sigo
siendo)… hoy se que, en buena medida se debe a que no tengo visión estereoscópica (no se une bien lo que ve cada uno de mis ojos y suelo ver doble),
lo que es terrible porque no puedo determinar la trayectoria de un objeto en movimiento, como una pelota, ni puedo enfocar la vista para actividades
manuales como colorear o ensartar una aguja
.Lo primero que me sorprendió en el programa es que, antes de iniciarse a uno le advertían que tenía que «escoger» el primer sobre; mucho después supe que tenía
que ser así porque la producción del programa elaboraba las preguntas conforme a la información que tenían del participante, de manera que no se fuera sin
contestar al menos una pregunta. Estas solían ser así: una «papayita» (fácil), dos de dificultad media, una de dificultad alta y una «trinca» (muy difícil). En mi
caso, al final del programa, Negrón me felicitó, muy sorprendido porque contesté rápidamente y con naturalidad dos que él pensó que eran muy difíciles: ¿Como se
llama la capital de un pequeño país ubicado entre España y Francia? y ¿Cuál es nombre del escultor de la fuente de la Plaza Venezuela? (esa Fuente ahora está en
el Parque Los Caobos pero recuerden que estaba en el medio de la Plaza
Venezuela, hasta que la mudaron para construir la de hoy, que los mamadores de gallo llamaron «el bidet»). En la pregunta que me hizo en el programa especial
por el pote creo que se le pasó la mano porque fue ultra rebuscada, ¿Cuál era el nombre del capitán del barco en el que se repatriaron los restos mortales del
Libertador?
Otra cosa que me sorprendió del programa fue que en la TV se veía que le daban a los concursantes los billetes correspondientes a las preguntas respondidas pero
lo que realmente daban eran billetes de utilería, luego le daban a uno un cheque.Sobre otro de los programas de Negrón ya hice referencia en mi artículo sobre las
Lochas: «…recuerdo que en un programa de televisión del Profesor Néstor Luis Negrón, donde participé como parte del equipo del Colegio San Ignacio (junto
con Carlos Pacheco y creo que con Sálvano Briceño), una de las preguntas que pesó para que le ganáramos a nuestros contrincantes fue “¿Cuántos céntimos
son real y medio y cuartillo?, a lo que respondimos de inmediato: “¡87 ½ céntimos!” Se trató de la primera edición de «¿Quién es más inteligente entre el
hombre y la mujer?»; Negrón me invitó y así escogí el equipo del San Ignacio para enfrentarnos contra un equipo del San José de Tarbes (supongo que porque
él daba clases allí), de esas chicas solamente recuerdo a la Nenena Michelena.Llegamos al final del programa empatados y eso nos obligó a una prueba de
desempate, con 30 segundos de plazo y ganaría el primero que respondiera (lo que hoy llaman en los deportes “muerte súbita”). El profesor Negrón nos pidió:
“
Escriba en la pizarra sin utilizar la tiza ni dañarla” En el último segundo tuve un arrebato y sin consultar a Carlos y Sálvano, brinqué y escribí en la pizarra, con
un pedazo de tiza que había al lado del pizarrón, lo siguiente: “sin utilizar la tiza ni dañarla” y así ganamos a las chicas en ese programa (también nos ganamos
unos realitos pero no recuerdo cuánto).Más allá de los programas con Negrón, mi afición por la trivia hizo que, por pura casualidad, coincidiera con mis amigos del colegio Mario Paolillo y Eduardo González Zanetti en el examen para optar al título de Locutor. Ellos optaban por sus planes relacionados con un programa de radio, creo que de caballos; yo fui única y exclusivamente porque me dijeron que el examen era dificilísimo por las preguntas de cultura general y me sentí “picado”. Tal vez Mario recuerde alguna otra pregunta, yo solamente recuerdo que una de ellas fue “¿Qué dos países acaban de ingresar a la Unión Europea?” Realmente lo que mejor recuerdo fue
que los tres gozamos un puyero ese día. Por cierto, yo aún no he hecho nada con ese título de locutor pero Mario y Eduardo “le han sacado la chicha”.
Otra gran satisfacción que me dio mi afición a la trivia fue mientras estuve haciendo postgrados en la Universidad de Glasgow, en Escocia. En la Navidad de
1990 fuimos invitados a un pueblo inglés llamado Garstang por una típica familia local, a través de HOST, programa que propiciaba intercambios culturales:
Familias británicas recibían y alojaban en sus casas, en fechas especiales, a estudiantes extranjeros de postgrado con familia.El día siguiente a la Navidad, conocido como “boxing day” (dia de las cajas),representaba una fecha especial donde las familias del pueblo desarrollaban una serie de actividades comunitariamente. Empezaban con un servicio religioso en la iglesia y luego la agenda incluía diferentes competencias entre las que recuerdo un medio maratón, carreras de sacos y de bicicletas, y eliminatorias de juegos de mesa como rummy (juego de cartas) y trivia (juego de preguntas de cultura general), teniendo como marco un almuerzo donde cada grupo aportaba
uno o varios platos caseros.Los Riley, la familia que nos invitó, nos presentaron a todas las demás y resultó inevitable que nos sintiéramos como una atracción exótica, “la familia suramericana”, acentuando su usual arrogancia y actitud de superioridad por estar haciendo postgrado en una de sus universidades. Al principio casi todos hacían
preguntas extrañas, posiblemente normales si se hicieran a alguien que viva en una choza, perdido en la selva amazónica, pero eso cambió radicalmente con los
inesperados resultados de haberme invitado, por cortesía, a participar en la competencia de trivia: a medida que iba avanzando exitosamente en las eliminatorias nos iban reconociéndo en una etapa superior de la evolución humana, hasta el punto en que terminaron llamándome con respeto y admiración “Professor”, en lugar de “míster” Narváez (fue muy satisfactorio sentir cómo experimentaron en su percepción personal una acelerada demostración de las teorías de su coterráneo, Chales Darwin, desde verme al principio casi como un Cromañón hasta despedirme como un académico que daba clases en la Universidad de Adam Smith). Cuando superé la semifinal
decidí retirarme de la competencia final con alguna excusa de salud, porque consideré inapropiado que un extraño les robara su orgullo local y la normalidad
de su fiesta, pero los Riley quedaron hinchados de satisfacción.Tengo varias otras vivencias relacionadas con la trivia y con el Scrabble, en los
Estados Unidos, mientras hice un postgrado en Cornell, en España (donde encontré los rivales más duros) y en otros programas de TV venezolanos. Nunca
pude participar en ¿Quién quiere ser millonario? Porque es insuperable para mi la prueba de selección inicial en el estudio de televisión, aquí la llaman “La mente
más rápida” pero su verdadero nombre internacional es más apropiado al tipo de prueba que supone, “The fastest finger” (“El dedo más rápido”), recuerden que
soy retrasado manual. En fin, creo que me excedí abundantemente en lo que
pidió Mario, espero que no les resulte muy latoso el relato. Fuente (*) Profesor UCV y UniMet/ arlanwmun@gmail.com
Deja un comentario
Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *