Incita la tarde a recorrer sus rincones, pocos poblados en el hoy, repletos de caminantes en un ayer no muy lejano.Su belleza se manifiesta y resplandece con su brillo cuando no es acecho de multitudes.Así, si provoca contemplar el barrio que está desde antes que yo, pero que la humanidad se empeñó, con sus pisadas
Incita la tarde a recorrer sus rincones, pocos poblados en el hoy, repletos de caminantes en un ayer no muy lejano.
Su belleza se manifiesta y resplandece con su brillo cuando no es acecho de multitudes.
Así, si provoca contemplar el barrio que está desde antes que yo, pero que la humanidad se empeñó, con sus pisadas aprisas e indetenibles, a perderse de observar su derredor.
En Palermo está lo que siempre estuvo y no nos detuvimos a mirar. Así como su naturaleza sucumbe a no ocultarse ante la vista de los caminantes.
En el hoy…
¿Puede que haya un cambio en la perspectiva indolente del viandante?
En diversos paseos recorrí algunas de sus calles, y un solo ocaso me bastó para percibir su esencia en desnudez.
Tenía que ser así, en soledad y en silencio, para no alimentar las distracciones de un mundo rapaz.
Me invitaste a conocerte, sin el bullicio de ayer, más con el silencio de hoy.
En el mañana…
¿Es posible que un nuevo comienzo de hacerlo bien parece no muy lejano?
La naturaleza imploró una transformación, y el universo gestó lo que a pesar de conglomerados, ni los grandes analistas predictivos pudieron siquiera intuir.
Es abismal lo que aún nos falta por aprehender a no hollar voraces su refulgencia.
!En parsimonia, los invito a sentir una tarde por Palermo!
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