DISCULPA, ME EQUIVOQUE.

Reconocer nuestros errores, demuestra la madurez, coherencia, equilibrio y sensatez de una persona, ya que es capaz, en primer lugar, de entender que como seres humanos, imperfectos por naturaleza, podemos equivocarnos y en segundo lugar, admitir asertivamente que ha fallado, es un acto de autoevaluación y crecimiento personal.

Ser consiente de nuestros errores, nos permite observar objetivamente nuestras fallas, para mejorar y aprender, además de eso, nos brinda la gran oportunidad de ser honestos y pedir disculpas a la persona afectada, acto que dignifica a la persona y demuestra su coherencia y sensibilidad.

Las disculpas deben ser sinceras y con la firme intención de no reincidir, siendo consientes del error cometido. No hay coherencia, cuando se pide disculpas y se continúa con la misma conducta, afectando a los demás.

Hay conductas graves que violan los derechos humanos, donde no basta solamente el pedir disculpas, es allí en donde la participación de la justicia es necesaria. Hago la acotación, porque este articulo esta basado en los errores que podemos cometer en nuestras relaciones interpersonales. Existen personas que tienen como antivalores la soberbia y el orgullo.

No aceptan los errores que cometen, “nunca se equivocan” y a todas sus fallas le buscan excusas, evasivas o culpables. Son personas cerradas, con baja autoestima. No reciben un buen consejo. Siempre viven con problemas sin solucionar, sembrando discordia en sus vidas.

Nunca dan su brazo a torcer porque piensan que son dueños de la verdad y pedir disculpas es de perdedores y cobardes. ¡Yo nunca me equivoco!, ¡Tengo siempre la razón!, ¡Se lo merecía!, La culpa no es mía es de…, son frases que por lo general escuchamos en este tipo de personas inseguras de si mismas. El asumir las onsecuencias de nuestros actos y enmendarlos nos hace personas responsables y confiables.

El orgullo no es buen consejero, es una actitud negativa que ensombrece la existencia del ser humano. Una persona soberbia y orgullosa no es libre, porque es prisionera de su propio rencor. La asertividad es un canal que nos permite reconocer nuestras fallas y corregir nuestros errores, aceptando las consecuencias, pero a la vez aprendiendo y creciendo como ser humano. Un corazón bueno y humilde cuando se equivoca lo reconoce. No hay nada mas valiente y sincero que
decir en el momento indicado: “Disculpa, me equivoque”.-

fuente Dra. Nilmary Boscan Maldonado
Abogada