Desde que la humanidad tenga sentido y conocimiento de su creación, ha venido especulando con las materias superiores en cuanto a la altitud en el espacio sideral. Y así lo reflejó con su lenguaje corporal aquel faraón egipcio que decretó o proclamó “al monoteísmo” mirando a las alturas, es decir, buscando un Dios y su cielo, las estrellas, la luna, los planetas, asteroides, y el Sol como elementos prodigiosos de la creación. Hoy 23 de junio es Día Mundial del Sol, ese astro que está a más de 152 millones de kilómetros de la Tierra, está de júbilo.

Y en ese sentido, ambientalistas, arquitectos, ecologistas, astrónomos y astrólogos lo tenemos como centro del universo al igual que aquellos hombres cavernícolas, dándole a este astro rey, su importancia debida, por su calor y energía lumínica, que a su vez hace funcionar a los ecosistemas naturales posibilitando los conocidos ciclos del líquido vital como lo es el agua, y a los ciclos de los nutrientes. Desperdiciándose aun para este siglo el 99 por ciento de su energía, apenas aprovechada por plantas y organismos fotosintéticos para generar gran parte del oxigeno complementario y vital para nuestra vida. Y en parte, la industrialización junto a la permacultura aprovechan muy poco las bondades de la energía solar, permitiendo incluso la convivencia entre diferentes comunidades bióticas para que la misma Tierra respire, y para consolidar la denominada ingeniería de los ecosistemas.

Biológicamente, en ninguna parte del planeta hay niños recién nacidos que no tomen la energía solar para su provecho corporal y de pigmentación.

En cursos sobre energía fotovoltaica se destaca que el Sol es fuente de vida, y como tal, debemos conocerle y respetarle, sabiendo de su Núcleo, zona radiactiva, zona convectiva, sus prominencias y reflejos solares, fotosfera, filamentos, cromosfera y su zona coronaria sintetizadas en 5 áreas, que en su conjunto energizan con sus radiaciones electromagnéticas al planeta y sus aguas.

Sin las bondades solares no se dieran las radiaciones electromagnéticas con sus propiedades que contribuyen con la fotosíntesis, la iluminación, el calor terrestre, los ciclos de agua, y la dinámica biológica de todos los seres vivos.

Del Sol se desprenden la fotosíntesis y la fotoquímica que junto a sus grados de calor energético, contribuyen a elevar las temperaturas, y consecuentemente al calentamiento de los océanos.

Hoy brindamos un merecido tributo al Astro Rey, ubicado en nuestros espacios siderales como integrante esencial del universo planetario.

@AmenhotepPlanas amenhoteplanas@periodistas.com www.Prof.AmenhotepPlanasRaga.over-blog.es

Proyecto Cumbre Ecológica y Turística 23/06/2020