Pareciera que Venezuela, como ya lo he expresado en otros escritos, es el único país del mundo donde un aumento de sueldos y salarios en lugar de causar contento causa preocupación a los trabajadores, por cuanto lo asocian a un empujón en la elevación de los precios de los bienes que necesitan. Realmente no es
Pareciera que Venezuela, como ya lo he expresado en otros escritos, es el único país del mundo donde un aumento de sueldos y salarios en lugar de causar contento causa preocupación a los trabajadores, por cuanto lo asocian a un empujón en la elevación de los precios de los bienes que necesitan. Realmente no es ecesariamente indefectible la asociación entre ambos acrecimientos, puesto que si mayores ingresos reales (poder adquisitivo), al aumentar la demanda, tienen una
respuesta correspondiente en mayor producción (oferta), los precios no tienen por qué elevarse pero, obviamente este no es el caso de Venezuela.
En nuestro país, tristemente, la asociación perversa entre mayor salario y mayor inflación se dará por dos vías: primeramente porque al incrementarse el poder de compra con los nuevos salarios no habrá respuesta en la oferta, ya que se ha destruido o desestimulado la capacidad productiva. En segundo lugar, a la par de lo anterior, por cuanto la pesada nómina que mantiene el
Sector Oficial es altamente improductiva y por ello contribuye muy poco a la mayor generación de los bienes y servicios que demandará por el mayor salario.
Aquí cabe recordar un principio básico e inexorable de la economía: ¡no hay almuerzo gratis! Decisiones con aparentes buenas intenciones suelen acarrear costos y consecuencias que perjudicarán a los aparentes beneficiarios de tales intenciones y, peor aún, a toda la población. La pesada nómina oficial descrita en el párrafo anterior, surgió bien por empleos clientelares absolutamente innecesarios, bien por la pesada carga que supone pagar pensiones a toda persona en
edad de jubilación que nunca cotizó al Seguro Social,
En el primer caso se quiso disminuir el desempleo y en el segundo atender a personas mayores sin ingresos; muy buenas intenciones pero que incrementan la demanda de bienes y servicios sin contribuir a crearlos y, al final perjudican a ellos mismos y a todos porque la consecuente inflación diluirá el poder adquisitivo de los pagos involucrados; súmele a lo anterior la política oficial de repartir bonos (sin correspondencia en la oferta) a diestra y siniestra. Mi papá hubiera dicho que “en vez de hacer una gracia están haciendo una morisqueta” o que “lo que hacen con las manos lo desbaratan con los pies”. Resulta no menos que incoherente que quien se llena la boca diciendo ser obrero, actúa en contra de los verdaderos obreros al disminuir su poder adquisitivo con la inflación que estimulan esos pagos a personas que no contribuyen a incrementar la oferta. También es paradójico que la pesada nómina oficial termine en remuneraciones ridículamente bajas porque si respondieran a lo
deben percibir quienes efectivamente producen terminaría siendo impagable; a cambio de ello, se perjudica a todos con salarios que no deben ser llamados mínimos sino minúsculos. Por cierto es indignantemente minúsculo lo que pagan por pensión a lo que cariñosamente la sociedad llama “los abuelos”.
Esta semana, en una nueva demostración de lo que significa para el régimen “democracia participativa”, participaron al país un nuevo aumento de salario minúsculo (mínimo), decidido unilateralmente y sin consultar con trabajadores ni patronos. Resulta curioso que el anuncio no se hace ahora con bombos y platillos desde Miraflores, sino por las redes sociales o por un vocero mayormente desconocido. Por supuesto que no se hace referencia alguna a la forma tan grosera
como desconoce y viola el mandato de la Constitución en su artículo 91: “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales….
El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica.” El nuevo salario minúsculo está tan alejado de ese mandato constitucional (y desiderátum de una Nación justa y humanitaria) que, partiendo de las estimaciones del CENDAS (Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros) correspondientes al
mes de marzo, el costo de esa canasta básica era superior a los 52 millones de bolívares mensuales (Bs 52.399.076,41), lo que significa que un trabajador, para poder cubrir las necesidades básicas de su familia, necesita ¡más de 131 salarios minúsculos de los anunciados este lunes 27! (65,50 salarios minúsculos “integrales” ). Pero digamos que el trabajador renuncia a todos los gastos que no sean alimentación, el CENDAS estimó que la Canasta mínima alimentaria tenía para marzo un
costo mensual de Bs 30.222.392,45, lo que significa que nuestros trabajadores necesitarían para cubrirla “solamente” 75,56 salarios minúsculos o 37,58 “integrales”… dicho en términos más lacerantes, con el nue vo salario minúsculo, al costo del mes de marzo, un trabajador debe ganar 1,26 salarios “integrales” al día para poder cubrir la canasta alimentaria de su familia (estas cifras serán peores con el costo correspondiente al mes de mayo.
Hay que seguir destacando lo enojoso que resulta que el régimen se vanaglorie de ser humanitario y de ser en esencia “obrero” cuando ha desnaturalizado totalmente el concepto de salario, primeramente por cuanto la gran mayoría de los trabajadores NO recibe una remuneración que satisfaga el mandato constitucional, “…un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales.” y, junto con ello, por cuanto nos ha regresado a situaciones indeseables de bonificación que habían sido superadas por lo que ellos llaman “cuarta república”. Hoy, lo que ellos llaman “salario mínimo integral” incluye un “bono de alimentación” que representa el 100 % del salario minúsculo, no computable para el cálculo de las prestaciones sociales, aberración que jamás ocurrió en el pasado del que denigran. ¿Para cuánto alcanza el nuevo salario minúsculo? Es fácil verlo si lo convertimos en salario
minúsculo diario y resulta que el “integral” solamente (para no llenar de cifras este escrito) llega a Bs 26,666,67… A un trabajador no le alcanza el nuevo salario minúsculo mensual para comprar un kilo de queso del más barato o un cartón de huevos… creo que el lector no necesita que le diga lo que sufre en carne propia…
Ahora bien, si hacemos comparaciones internacionales, al tipo de cambio oficial, publicado por el BCV para el día de hoy, 27 de abril (Bs 170.342,68 por 1 US$), el nuevo salario minúsculo integral (SMI) resulta ser de $ 4,70 o sea, $ 0,16 diarios. Recuérdese que los organismos multilaterales mundiales señalan la línea de pobreza en $ 2 diarios y la de pobreza extrema por debajo de un dólar, lo que hace que el SMI esté muchísimo más bajo que la línea de pobreza extrema… Aquí es muy pertinente recordar una afirmación de Adam Smith, uno de los padres de los estudios de economía y del capitalismo: “Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz, si en ella la mayor parte de sus miembros es pobre y desdichado”
La desvergüenza y descaro del régimen, ufanándose de una inexistente humanidad socialista, oculta que Venezuela tiene, hoy por hoy, vergonzosamente, el más bajo salario mínimo mensual del hemisferio, que encabeza Costa Rica, con $ 559, seguido por Ecuador, Guatemala Uruguay, Chile, Bolivia y Perú, cuyos salarios mínimos son, en el mismo orden y en dólares: 400, 388, 377, 373, 308 y 277, respectivamente o sea, considerablemente superiores a los 2,06 dólares de Venezuela ($4,12 el SMI), e incluso mucho más bajo que los $ 67 de Haití… Verdaderamente: ¡Qué mínimo es nuestro salario minúsculo! ¡Cosas veredes, Sancho!
FUENTE (*) Profesor UCV / Arlán A. Narváez-Vaz R. arlanwmun@gmail.com
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